21 de mayo del 2018
Los pies han de cuidarse con la misma atención que se presta a las manos, cuerpo y cara. Unos pies mal cuidados son desagradables y pueden provocar problemas que hasta pueden inhabilitarnos para caminar bien. Vamos a dar unos consejos para mejorar los problemas más cotidianos de los pies.
En invierno, al llevarlos tapados, olvidamos un poco el cuidado de los mismos y es cuando nos sacamos las medias y calzamos sandalias, cuando nos damos cuenta de los problemillas que pueden surgir:
Para mantener el pie cuidado es fundamental una buena pedicura al menos una vez al mes. Y una rutina diaria sobre ellos, del mismo modo que nos cuidamos la cara es aconsejable cuidar los pies.
En verano con las sandalias, el contacto con el aire y andar descalzos, pueden provocar un aumento de la sequedad de los pies. Sin embargo la excesiva sequedad en los pies se puede padecer durante todo el año, lo que puede provocar grietas en los talones que pueden hasta sangrar y doler al andar, e incluso si son muy profundas, podrían producirse infecciones. Han de tener un cuidado especial las personas con enfermedades crónicas, como la diabetes, o problemas en el que el sistema inmunitario puede estar disminuido.
Las personas obesas que además han de estar mucho tiempo de pie, tienen más tendencia a padecer este problema. Es más habitual en personas mayores en las que la piel está más seca por falta de nutrición natural de la misma.
La sequedad no tiene porqué aparecer del mismo modo en ambos pies, algunas veces aparece más en un pie que en otro debido a andar ladeando o simplemente por el calzado.
Si la piel seca es muy gruesa, es necesario cortar la piel muerta. Si se escoge este método hay que hacerlo con mucho cuidado para no cortar la piel sana y no provocar herida. Si no es muy gruesa se puede utilizar una lima específica para los talones y otras durezas e ir eliminando poco a poco la piel muerta, y al mismo tiempo se irá regenerando nueva piel. También se puede usar la piedra pómez diariamente después de la ducha.
Posteriormente, aplicar una crema que contenga salicílico, urea o manteca de karité, que mejorará la cicatrización al estimular la renovación celular. Pero hay que insistir y no dejarlo, ya que algunas personas tienen más tendencia a formar callosidades que otras.
Al igual que en las manos, la sudoración excesiva es un problema porque produce irritaciones así como olor desagradable.
Cuando el problema es realmente muy importante le denominamos hiperhidrosis y se trata de un problema médico.
Sobre el olor: el sudor tiene un olor característico sobre todo dependiendo de la alimentación de la persona o si toma algún medicamento. Algunos alimentos que hace que huela fuerte el sudor pueden ser el ajo, los espárragos, la cebolla o algunas especias.
Es por ello que es muy importante la higiene diaria, no solo con agua sino con jabones que retiren las bacterias que producen el mal olor. Igualmente los agentes desodorantes, estos eliminan el olor del sudor al llevar alcohol y otros desinfectantes.
En los zapatos es donde más fácilmente se depositan las bacterias que, junto con el sudor, van a provocar este olor tan desagradable. Es aconsejable usar las plantillas de carbón activo que absorben totalmente la humedad de los zapatos.
La sudoración excesiva y la falta de higiene de los pies pueden provocar igualmente aparición de hongos, al encontrarse estos en medio húmedo, ideal para su desarrollo.
Los hongos en los pies son contagiosos por lo que se pueden coger en piscinas, gimnasios, baños públicos y por compartir zapatillas.
Los callos es un exceso de capa cornea o células de piel muerta. Se llama hiperqueratosis y coloquialmente, ojos de pollo. Se forma como defensa de protección del pie frente a una rozadura continuada o presión continuada. Empieza con una parte más callosa que penetra en la piel que le denominamos clavo y es la parte dolorosa del mismo.
Para eliminarlos podemos usar una solución de colodión elástico con salicílico y progresivamente se ira ablandando, hasta que salga fácilmente toda la piel arrastrando el clavo.
Se trata de una deformación ósea y es consecuencia de la manera de andar, por el posicionamiento inadecuado de los pies o el calzado exagerado en tacones y/o estrecho. Es más común en mujeres. La artrosis también afecta en la deformación de estos huesos.
Se deforma el dedo gordo del pie, torciéndose hacia los otros dedos y se forma una protuberancia ósea en la zona. Se enrojece la zona alrededor del dedo gordo y se vuelve doloroso al aumentar de tamaño.
Podemos protegerlos con parches de silicona o espuma, aunque es mejor visitar al podólogo que incluso puede aconsejar unas plantillas especiales que eviten la formación de los mismos y su desarrollo.
La única solución cuando son muy importantes y provocan la deformación de los dedos de los pies, es la cirugía.
Uña encarnada :
Es cuando al crecer la uña irregularmente, se clava en la carne. La uña crece hacia los lados también por mal formación de la misma, por calzado demasiado apretado o estrecho, o simplemente por haber sido exageradamente cortada, produciendo inflamación y posterior infección de la misma.
Para evitar esto hay que procurar cortar la uña de forma cuadrada. Si tenemos ya infección la solución es limpiar profundamente el pie con agua templada y jabón, y posteriormente aplicar agua oxigenada en abundancia. Después poner una pomada antibiótica y cubrirla para que penetre de forma oclusiva.
El podólogo puede hacer una cura más intensa eliminando esa piel infectada y añadiendo un algodón o una pequeña gasa, para evitar que la uña vuelva a clavarse cuando crezca.
Hongos :
Los hongos en las uñas de los pies es un problema muy molesto y antiestético. Los hongos se alimentan de la queratina de las uñas provocando que la uña se amarillee, se engrose y se resquebraje. Además, posteriormente se va despegando del dedo, por lo que suele ensuciarse en la parte interior de la misma.
Para curarlas se ha de ser muy constante. Cuesta mucho eliminarlos y pueden pasar de una uña a otra. Si el hongo está muy avanzado y lleva mucho tiempo sin tratar, el médico recetará medicación oral que se ha de seguir al pie de la letra durante el tiempo prescrito, generalmente 12 semanas.
Como tratamiento tópico, lo ideal son los anti-fúngicos en forma de laca de uñas que se ha de aplicar a diario, limando la uña antes para ir eliminando la parte muerta. Como última solución está la cirugía.
